Martín ha afirmado que el 4 de diciembre de 1977 «fuimos el único pueblo del Estado Español que hizo útil la voluntad popular para reclamar lo que verdaderamente le correspondía por justicia histórica y cultural, ocupando las calles de nuestra tierra con la verde y blanca, para gritar bien fuerte en un acto de verdadera conciencia nacional que teníamos derecho a decidir por nosotros mismos. Rompimos así con los resortes de un Estado interesado desde tiempo atrás en omitir nuestra historia, nuestras señas de identidad, asimilándonos a aquellos territorios que debían de seguir manejados por el poder central, despreciando de este modo nuestro pasado, pero también aquel presente y por tanto el futuro de nuestra tierra». 

 En la parte expositiva de la moción, se recalca que «fueron más de dos millones de andaluzas y andaluces los que aquel día tiñeron de verde y blanco las calles de nuestros pueblos y ciudades, fundiéndose en una única voz, en un solo espíritu, diciendo basta con un solo grito que pedía acabar con esa desigualdad e indiferencia. Resurgió aquella jornada el espíritu de Ronda de 1918, un espíritu lleno de ilusión, esperanza e igualdad, colmando todos los rincones de Andalucía y uniendo a todo un pueblo para luchar por su tierra. Aquel día habló quien tiene que hablar: el pueblo, forjando el día más importante de la historia reciente de Andalucía».

 Sabemos que el 4D siempre estará ahí, como fecha clave de nuestra conquista de la Autonomía. Es el recuerdo de un ejemplo de valentía del que el pueblo andaluz se debe de sentir orgulloso y no olvidarlo, pero no solo basta con eso, este recuerdo debe de ser la referencia del despertar de la conciencia de un pueblo andaluz que ha permanecido sin rumbo propio, manejado y enajenado por el poder central.